El baño de vapor es una de las prácticas de bienestar más antiguas y efectivas para relajar el cuerpo, mejorar la circulación y liberar toxinas. Sin embargo, una de las preguntas más comunes es: ¿a qué temperatura se recomienda ingresar para aprovechar al máximo sus beneficios sin correr riesgos?

Generalmente, la temperatura óptima para un baño de vapor oscila entre los 40 °C y 45 °C. En este rango, el cuerpo recibe suficiente calor y humedad para estimular la sudoración y generar un efecto terapéutico, sin que sea excesivamente agobiante.
A diferencia del sauna seco, que puede alcanzar entre 70 °C y 90 °C, el baño de vapor es más suave en términos de calor, pero mucho más intenso en humedad (casi al 100%). Esta combinación lo convierte en una experiencia más envolvente y profunda para el sistema respiratorio y la piel.
Beneficios de la temperatura adecuada
Relajación muscular: el calor a 40–45 °C ayuda a aliviar tensiones y rigidez en músculos y articulaciones.
Mejor salud respiratoria: la alta humedad combinada con aceites esenciales como eucalipto o menta favorece la descongestión de vías respiratorias.
Cuidado de la piel: el vapor abre los poros y promueve la eliminación de toxinas, dejando la piel más limpia y suave.
Seguridad y comodidad: mantenerse dentro del rango adecuado evita mareos, fatiga excesiva o golpes de calor.
Tiempo de permanencia recomendado
Además de la temperatura, el tiempo también es clave. Lo ideal es permanecer entre 10 y 20 minutos por sesión, dependiendo de la tolerancia de cada persona. Después, se recomienda descansar y, si es posible, alternar con duchas de agua fría para activar la circulación.
Precauciones
Evita entrar en ayunas o justo después de una comida pesada.
Personas con problemas cardíacos, hipertensión o mujeres embarazadas deben consultar a un médico antes de usar baños de vapor.
Siempre escucha a tu cuerpo: si te sientes mareado o incómodo, lo mejor es salir y descansar.