El foco infrarrojo calienta el aire, no el cuerpo directamente, por lo que su efecto no penetra en profundidad y actúa solo sobre la epidermis.
A diferencia del calor terapéutico, no ofrece apoyo en la recuperación muscular, pero es ideal para broncearse o generar una sensación superficial de calor.

1. Calor profundo y relajante
El foco infrarrojo proporciona un calor envolvente y constante que penetra los tejidos musculares.
Ayuda a relajar músculos, aliviar tensiones y reducir el estrés sin necesidad de altas temperaturas ambientales.
2. Estimula la sudoración y desintoxica el cuerpo
A pesar de trabajar a temperaturas más bajas que un sauna tradicional, el foco infrarrojo provoca una sudoración más intensa y profunda, ayudando a eliminar toxinas, metales pesados y residuos del cuerpo.
3. Mejora la circulación sanguínea
El calor del foco dilata los vasos sanguíneos y aumenta el flujo de oxígeno y nutrientes hacia los tejidos.
Esto favorece la regeneración muscular y puede aliviar dolores articulares o inflamaciones leves.
4. Beneficios para la piel
El calor infrarrojo activa la circulación cutánea, lo que mejora el tono, la elasticidad y la luminosidad de la piel.
También ayuda a abrir los poros y limpiar impurezas de forma natural.
5. Promueve el bienestar y el descanso
La exposición al calor infrarrojo estimula la liberación de endorfinas, favorece la relajación mental y mejora la calidad del sueño.
6. Bajo consumo energético
Además de sus beneficios terapéuticos, los focos infrarrojos son eficientes energéticamente, alcanzan temperatura en pocos minutos y mantienen un consumo bajo, lo que los hace ideales para uso doméstico o profesional.